En esa mesa se
encontraba don Pedro de Alemán y Camacho, abogado de pobres del
concejo de Jerez de la Frontera. Ante la mesa, con tapete y espacio
para los legajos y los cuadernos donde tomar apuntes que fueren
necesarios, se situaba un banco
forrado y con respaldo donde se aposentaba el letrado defensor.
Vestía éste a la antigua usanza de los abogados: golilla blanca
rizada, capa negra con capilla también negra y redonda que le
llegaba hasta la cintura y gorra con la que debía cubrirse durante
todo el juicio, aunque debía entrar a la sala descubierto. Bajo la
gorra negra, el pelo empolvado y la coleta postiza.
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