domingo, 26 de agosto de 2018

A mi regreso, Elena seguía atareada con la multitud de personas que seguían saludándola.

A mi regreso, Elena seguía atareada con la multitud de personas que seguían saludándola. Los primos segundos de Cornualles, un galerista de Londres, dos viejos amigos de Bob..., incluso el cura del pueblo. Le hice llegar una copa y después me quedé sentado con Stella, unos cuantos bancos detrás de Elena, bebiendo el vino blanco y mirando aquel desfile que parecía no tener fin. 

     -¿De dónde ha salido toda esta gente? -pregunté.
     -La mitad de la lista es de Franco -dijo Stelia-, pero Mark también tuvo mano. Ya sabes cómo son estas cosas. Incluso un funeral es un momento para hacer networking. Bueno, de hecho, es de los mejores.

viernes, 10 de agosto de 2018

Y continuó diciendo que después de los güisquis se había metido en el Retiro.

Y continuó diciendo que después de los güisquis se había metido en el Retiro. Que no sabía cuánto tiempo estuvo caminando errante, perdida la noción de todo, sin reloj ni móvil a los que mirar; que cuando se sintió cansado se sentó en un banco y allí estuvo otro rato largo, solo, hasta que uno de los guardas de seguridad le dijo que tenía que marcharse porque al cabo de media hora cerrarían el parque; eso lo recordaba a pesar de que tenía la mente pastosa por el alcohol, amortiguada contra el dolor, y que el guarda había insistido al comprobar su inmovilidad, y reconocía a los policías que le había llegado a increpar espetándole que le dejase en paz, que no se iba a mover de allí y que si quería cerrar que lo hiciera, que a él no le importaba. Estaba borracho...

viernes, 3 de agosto de 2018

Se atrevió a echar la vista hacia atrás y vio que los bancos públicos estaban llenos.

  Se atrevió a echar la vista hacia atrás y vio que los bancos públicos estaban llenos. Filas de extraños. Sobre todo mujeres. Movían las bocas, pero sus ojos no se apartaban de Ruth.
  Miró hacia un lado y la primera figura que vio fue la de Devlin. El policía, que parecía un actor, estaba releyendo los apuntes de su cuaderno. De vez en cuando levantaba la cabeza y su mirada firme e intensa barría la habitación. Mientras lo observaba, sus ojos se encontraron con los de él. Ruth casi le sonrió. Lo conocía tan bien... y aquí estaban, el uno frente al otro. Solo que ella no estaba donde deseaba. Bajó la vista al suelo y sus labios formaron una línea recta y dura.