viernes, 10 de agosto de 2018

Y continuó diciendo que después de los güisquis se había metido en el Retiro.

Y continuó diciendo que después de los güisquis se había metido en el Retiro. Que no sabía cuánto tiempo estuvo caminando errante, perdida la noción de todo, sin reloj ni móvil a los que mirar; que cuando se sintió cansado se sentó en un banco y allí estuvo otro rato largo, solo, hasta que uno de los guardas de seguridad le dijo que tenía que marcharse porque al cabo de media hora cerrarían el parque; eso lo recordaba a pesar de que tenía la mente pastosa por el alcohol, amortiguada contra el dolor, y que el guarda había insistido al comprobar su inmovilidad, y reconocía a los policías que le había llegado a increpar espetándole que le dejase en paz, que no se iba a mover de allí y que si quería cerrar que lo hiciera, que a él no le importaba. Estaba borracho...

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