martes, 20 de diciembre de 2016

Sin embargo, al día siguiente ella no apareció por el colegio.


  Sin embargo, al día siguiente ella no apareció por el colegio. Ni al otro. No volví a verla hasta el viernes; cuando la vi parecía distinta, menos severa, menos adulta. Aquel día tampoco fue al colegio; de hecho, me topé con ella por casualidad cuando volvía a casa de las tiendas atravesando el pequeño parque situado un poco más arriba del paseo marítimo. Estaba sentada en un banco, sola, ataviada con un vestido de verano blanco y unas sandalias de plástico transparente como las que llevan los niños en la playa; parecía que estuviera esperando a alguien. Era una imagen curiosa y extrañamente conmovedora: la ropa que llevaba no se adecuaba al día que hacía, un poco húmedo y con el viento del mar, y era evidente que tenía frío. No sabía si se había fijado en mí la última vez que la había seguido, pero no quería correr riesgos, de modo que me mantuve a distancia, esperando para ver si alguien acudía a su encuentro. No obstante, se me ocurrió que tarde o temprano tendría que hacerme visible, que no tenía sentido limitarme a mirarla. Al final tendría que hablar con ella. Pero primero tendría ...