Entre los dos portamos casi en volandas al caballero.
-Come y bebe cuanto desees; yo avisaré a don Rodrigo.
El Campeador estaba sentado en un banco de madera de la sala grande, releyendo el Fuero Juzgo junto a Jimena.
-Señor, uno de vuestros hombres de Gormaz acaba de presentarse totalmente agotado por una cabalgada sin descanso. Dice que unos bandidos han asolado las tierras de Gormaz y San Esteban. He dicho a los criados que le den algo de comer y beber para que se reponga del esfuerzo. Imagino que querréis verlo enseguida.
Rodrigo se incorporó vacilante; sus piernas todavía no habían recuperado la fuerza necesaria para mantenerlo con firmeza tras dos meses en cama.