¡Rabat, Casablanca, Tánger,
Alhucemas, Marraquesh...!
Pero mis pasos se pierden
por la Medina de Fez.
Es un banco chiquitito
-¿cómo era?, ¿cómo es?-
pone cara de cordero
un poeta malagués.
-Coja la navaja, hermano,
y esta barba afeíteme.
La llevo de siete días:
lo que sueño con usted.
La vacía del Quijote
relumbra en un ajimez.
Y el espejo ¿no es de Alicia?
¡Oh, sí, que se ve a través!
Sale el caballero altivo
y sorbe un vaso de té.
Cristales, curtidos, bronces.
¿Puedo contarlo otra vez?
Apulejo Soto Pajares.