lunes, 13 de febrero de 2017

Los pies desnudos rozaban los escalones de la escala...


     Los pies desnudos rozaban los escalones de la escala y, tanteando en la oscuridad, pasó entre las dos hileras de hombres que movían los remos. Allí se les oía hablar, resollar, moverse; sujetos por cadenas a los pies, dormidos por turnos, según la costumbre.
     Se encontró entre los hombres condenados, pero no podía verlos. Sabía que estaban en sus  bancos, barbudos, enfermos, atontados, apenas cubiertos de harapos. Nada de esto le interesaba; no se ocuparía de ellos aun cuando fuesen esclavos como él y tomaran la misma sopa de pescado corrompido. Distinguía claramente el menor roce de los remos, pero otras palabras eran la que él bajaba a buscar en las tinieblas pestilentes de la bodega, dichas para él expresamente.

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