Dentro de la
iglesia el aire estaba caliente y pútrido y lleno de moscas. Connor procuró no
respirarlo demasiado y no dejar que entrara en su cabeza demasiado de lo que
veía mientras fotografiaba los cuerpos. Se hallaban amontonados entre los
bancos, en el pasillo central y a lo largo de las paredes que estaban teñidas
de sangre y llenas de agujeros de bala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario