-Pero venid a sentaros- dijo el archiduque sacando a Gabriella de sus ensoñaciones-. Allí-indicó llevándola más lejos-. Me parece recordar que había un banco instalado por aquí. ¡Ahí estaremos mejor! Vos conocéis, según creo, al maestro Leonardo da Vinci.
Algo sorprendida por la pregunta, la mujer tartamudeó.
-¡Sí! Sí... lo conozco, en efecto. Mi padre acaba de encargarle la realización de un san Juan Bautista. Si estoy aquí, en Milán, es para permitirle terminar un retrato de mi madre que comenzó hace mucho tiempo.
-¿Un san Juan Bautista? Es una idea admirable. Me pareció reconoceros el otro día en el estudio.
-¡Vos! ¿Vos estabais en su estudio?
-Pues sí, los principes no viven exclusivamente en los castillos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario