Por dentro el carromato resultaba inesperadamente espacioso, aunque la única manera de permanecer de pie, en particular para Packie el Quinqui, era enconvándose. Había dos camas bajas y largas, una a cada lado, apenas más anchas que un banco, con un armario pequeño entre ellas. A la derecha de la puerta había una estufa redonda con un tiro de estaño doblado y de aspecto algo cómico que salí al exterior por un agujero del techo. En el armario había un panel de madera que podía sacarse para crear una especie de mesa, y eso hizo Packie, que invitó a sus dos visitantes a que tomaran asiento.
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